Los objetivos de reducción de emisiones en el transporte abren posibilidades a nuevos sistemas de propulsión avanzados

La Unión Europea y el G8 acordaron en 2009 reducir en un 80% las emisiones de dióxido de carbono antes de 2050 para poder estabilizar el CO2 atmosférico en 450 partes por millón y evitar un arriesgado incremento del calentamiento global superior a 2ºC. Sin embargo, en el caso del sector del transporte por carretera, este objetivo de una descarbonización total del 80% en el plazo de cuatro décadas puede requerir una descarbonización del 95%, lo cual implica tener que disponer de nuevos sistemas de propulsión eficientes y confiables.

Para alcanzar este objetivo resultaría útil disponer de una gama amplia de sistemas de propulsión avanzados tales como los vehículos eléctricos con pila de combustible (FCEV), los vehículos híbridos enchufables (PHEV) y los vehículos eléctricos de batería (BEV), según un nuevo estudio encargado y preparado por una coalición de treinta de los mayores fabricantes de automóviles, empresas de gas y petróleo y compañías eléctricas del mundo, organizaciones no gubernamentales (ONG), la Comisión Europea y organismos gubernamentales y autoridades competentes sobre energía ecológica.

La Comisión Europea ya presentó recientemente una estrategia para consolidar la competitividad de la industria automovilística europea vinculándola a las tecnologías limpias. La estrategia contribuye también a los objetivos estipulados en la estrategia Europa 2020 para alcanzar un crecimiento inteligente y sostenible.

El informe, titulado "Una cartera de sistemas de propulsión para Europa: un análisis basado en hechos. La función de los BEV, PHEV y FCEV", pertenece a la Iniciativa Tecnológica Conjunta sobre Pilas de Combustible e Hidrógeno (ITC sobre FCH), cuyo cometido es acelerar el desarrollo y la comercialización de las tecnologías de pilas de combustible e hidrógeno en Europa. Según los autores, dicha cartera resalta la naturaleza complementaria de estas tecnologías. Cada una constituye una solución para distintas condiciones y modos de conducción.

El estudio señala que los automóviles de propulsión eléctrica desempeñarán una función determinante de cara a lograr un futuro más ecológico, puesto que pueden reducir el CO2 y también contribuir a disminuir las emisiones locales. La disponibilidad de una gama completa de sistemas de propulsión garantizará que se atiendan las necesidades de todos los consumidores. Del mismo modo, se necesitan infraestructuras viales y de repostaje para que los europeos puedan disfrutar de una movilidad personal sostenible a largo plazo.

Tanto en el mercado europeo como en el mundial se prevé un incremento de 273 millones de de vehículos de pasajeros en Europa de aquí al año 2050 y de 2.500 millones en todo el mundo. Para hacer frente a esta situación no basta con introducir mejoras en el motor de combustión interna convencional ni en los combustibles alternativos. También existe cierta preocupación por el hecho de que la población desconfía de que llegue a haber biocombustibles producidos de forma sostenible para los vehículos de pasajeros. Hay otros sectores, como el aeronáutico, el marítimo y la industria pesada, que también pretenden estos biocombustibles.

Los autores del estudio aseguran que Europa deberá desarrollar una serie de tecnologías para asegurar la sostenibilidad a largo plazo de la movilidad personal.

En esta iniciativa participan empresas multinacionales así como pequeñas y medianas empresas, representadas por la Agrupación Sectorial Europea en ITC sobre FCH, además de universidades e institutos científicos.