Un proyecto europeo prueba que la utilización de la biomasa constituye una fuente sostenible de ingresos
Un estudio dentro del marco del Año Internacional de los Bosques, el proyecto LEDDRA, sostiene que la utilización de la biomasa de las zonas abandonadas y de las explotaciones agrícolas respetuosas con la conservación de los recursos constituye una fuente sostenible de empleo e ingresos para la población local. La lucha contra la desertificación en las tierras secas forestales y agrícolas de la región mediterránea y China centra esta investigación que cuenta con participación española.
Enmarcado en la iniciativa del Año Internacional de los Bosques, el proyecto LEDDRA («Degradación y desertificación de tierras y ecosistemas: evaluación de la idoneidad de las respuestas») cuenta con una financiación de casi 3,1 millones de euros concedidos a través del tema de Medio ambiente del Séptimo Programa Marco (7PM) de la Unión Europea. Los investigadores consideran que los esfuerzos por detener la desertificación, en la práctica favorecen el desarrollo económico y generan empleo en las zonas rurales.
En el proyecto se aplica un enfoque ecosistémico y utilizan una metodología integrada para abordar y responder a las condiciones medioambientales, socioeconómicas e institucionales que favorecen o bien perjudican al bienestar de la sociedad y a una gestión sostenible del suelo. Se centra en territorios concretos de China, Grecia, Italia, Marruecos, Portugal y España. Los participantes han comprobado cómo los territorios afectados por condiciones climáticas áridas y semiáridas, con una larga ocupación humana, presentan procesos de desertificación que han reducido la disponibilidad de recursos hídricos y de suelo (edáficos).
El proyecto LEDDRA establece que el uso sostenible de las zonas de montaña, de bosque y de cultivos puede ayudar a recuperar un paisaje milenario y evitar incendios catastróficos. Para lograr este objetivo recomiendan evitar el pastoreo excesivo, mantener los regadíos tradicionales, buscar una agricultura basada en el reciclaje de la materia orgánica y evitar la urbanización del territorio agrícola y forestal.
La Universidad de Valencia ha participado en el proyecto y ha demostrado que las prácticas agrícolas muy intensivas y basadas en la agricultura química dan lugar a la degradación de los suelos y a la aceleración de la pérdida de los mismos. Entre las soluciones propuestas está el empleo de distintas estrategias encaminadas a proteger el suelo y mejorar tanto su calidad como la de las aguas.